¡Míralos que bien están!
Aún conservan su amor añejo.
Aún se miman y se besan
de la manera más sincera y natural
a la sombra de ese árbol viejo,
sentaditos en su banco habitual.
A veces se hablan,
otras no dicen nada,
pero siempre mutuamente se alaban,
se respetan y se quieren,
diciéndoselo con sus dulces miradas
o con sus manos que tiernamente,
a veces, el recorrido descendente
de sus lágrimas retienen.
Como un par de adolescentes
él brinda su hombro a la que plácidamente
apoya su menuda cabeza con amor,,
como si aún se hallasen en la "edad del pavo"
aunque entre los dos sumen mas de 60 años.
La edad no importa , ni para vivir plenamente, ni para sentirse joven, ni para luchar día a día , mucho menos importa para AMAR
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